
Liz Arroyo , la Diputada del Distrito 13 del estado de Oaxaca, México, se encuentra inmersa en una intensa campaña en busca de la candidatura a la Presidencia Municipal de la capital oaxaqueña. En el marco de esta carrera política, recientemente encabezó la marcha "Mujeres Unidas contra la Violencia Política". Como ciudadano mexicano y storyteller en varios medios globales, tuve la oportunidad de presenciar y documentar diversos aspectos de este evento.
La jornada comenzó a las 9:00 hrs en Oaxaca de Juárez, donde un grupo diverso de personas se congregó para respaldar a Liz Arroyo. Sin embargo, el ambiente se tornó tenso cuando cinco mujeres vestidas de negro, aparentemente enviadas, expresaron su descontento por un supuesto impago relacionado con la asistencia a eventos de la precandidata. Este incidente, marcado por gritos de reclamo, evidenció tensiones dentro del entorno político local.
A pesar de esta confrontación inicial, la Diputada Arroyo demostró experiencia y determinación al no ceder a la violencia, continuando con el evento. Subió a una camioneta equipada con bocinas y pronunció un discurso de apertura para la marcha, concluyendo con la interpretación de la canción "Sin Miedo", que se ha convertido en un himno en la lucha feminista.
La marcha se desarrolló con tranquilidad, partiendo desde la fuente "De la 8 regiones" y culminando frente al edificio de la administración del Gobierno del Estado de Oaxaca. Frente a este inmueble, se presentó un pliego petitorio que fue firmado por las lideresas de diversos grupos a favor de los derechos de la mujer. La solicitud principal era la erradicación de la violencia política durante el proceso electoral y la garantía de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, el proceso de entrega del pliego petitorio no estuvo exento de obstáculos. La Diputada Arroyo fue impedida de ingresar a la oficialía de partes para obtener el sello de recibido. Este episodio, aunque curioso y hasta cómico, resaltó la resistencia que enfrenta en su camino hacia la candidatura.
La marcha concluyó con un acto de denuncia pública contra un portal que, en ese momento, estaba ejerciendo violencia digital contra Liz Arroyo. En medio de abrazos y sonrisas entre las participantes, el evento parecía haber concluido de manera positiva, pero la situación tomó un giro inesperado.
En mi trayecto a la oficina, observé que varios medios vinculados al operador del diputado opositor continuaban difamando la imagen de la Diputada. Estas acciones, alimentadas por intereses políticos, aumentaban la violencia digital y política, utilizando imágenes de incidentes previos para crear narrativas perjudiciales.
Este operador, al ver fracasar sus intentos directos durante la marcha, recurrió a tácticas indirectas, buscando difamar a Liz Arroyo a través de terceros. Sorprendentemente, fui involucrado en este juego, siendo objeto de calumnias y difamaciones anónimas. La falta de firma en los comunicados digitales resaltaba la cobardía de quienes buscaban socavar la integridad de la Diputada.
Dentro de este complejo entramado político, surge la pregunta crucial: ¿Cuál es el miedo a Liz Arroyo? La respuesta parece ser clara; los opositores temen que su éxito en las encuestas se traduzca en una victoria en las elecciones, convirtiéndola en la primera Presidenta Municipal de Oaxaca de Juárez.
Es relevante señalar que, a pesar de las acusaciones y la violencia política que enfrenta, Liz Arroyo ha decidido enfrentar los desafíos con valentía. La probabilidad de su triunfo electoral parece alta, según las encuestas, y esto genera inquietud entre aquellos que buscan socavar su candidatura.
En medio de este escenario, agradezco la publicidad gratuita que se me ha otorgado, aunque sea a través de ataques personales. Como se dice comúnmente, que hablen de ti, bien o mal, siempre es positivo. No obstante, anticipando posibles repercusiones legales, mi equipo jurídico ha presentado denuncias por la violencia digital ejercida por estos portales.
Es evidente que los ataques buscan desestabilizar la campaña de Liz Arroyo y afectar su imagen pública. Sin embargo, la respuesta contundente de su equipo jurídico demuestra la determinación de enfrentar las difamaciones y preservar la integridad de la candidata.
En última instancia, esta narrativa compleja refleja los retos que enfrentan las mujeres en la política mexicana, donde la lucha por la igualdad de género se entrelaza con estrategias políticas y ataques digitales. La historia de Liz Arroyo en su búsqueda por la presidencia municipal de Oaxaca de Juárez es un microcosmos de las tensiones y desafíos que enfrentan las mujeres en la esfera pública. Su valentía y resistencia son un recordatorio de la importancia de seguir abogando por la equidad de género y contra la violencia política.